Publicidad


Hoy en día vivimos en una sociedad bombardeada por la publicidad, es decir, anuncios de todo tipo de productos que nos llegan a través de medios de comunicación masivos. Es una forma de comunicación compleja, unidireccional e impersonal de largo alcance.





La publicidad se realiza con el fin de que un grupo de la población, elegido previamente, consuma. Para alcanzar este fin, primero hay que atraer su atención, suscitar su interés y por último provocar el deseo. Por lo tanto la publicidad se caracteriza por la necesidad de un patrocinador, un segmento determinado del público (objetivo) que determinará el medio por el que se realice “el arte de convencer a los consumidores” (Luis Bassat) y dependiendo de ese medio necesitaremos más o menos liquidez (coste).

Este tipo de comunicación utiliza dos estrategias persuasivas: la lingüística-discursiva y la de la imagen. En esta última estrategia utiliza diversos recursos, entre otros, los recursos retóricos (comentados en entradas anteriores) el encuadre, el color, la iluminación…

Algunos anuncios debido a la forma y al mensaje en sí, no son correctos moralmente, como pueden ser los anuncios sexistas en los que se identifica a las mujeres con el mundo doméstico exclusivamente, cuando se utiliza a la mujer como objeto sexual, o se la excluye del mundo laboral…




Como conclusión decir que algunas de las imágenes que nos llegan, sin importancia del medio, transmiten un mensaje poco adecuado o simplemente nos convence de comprar productos que en realidad no necesitamos, creando el consumismo. Por ello tenemos que ser un poco más críticos.



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